viernes, 25 de febrero de 2011

Donde duele inspira.

Cuando no tienes ganas de nada, cuando te falta inspiración, cuando le das vueltas a las cosas para ver si hay algo nuevo, algo mínimamente pequeño que te ayude a concentrarte para expresar lo que sientes. Sólo en ese momento te das cuenta de que donde duele inspira. La mayoría de textos son sobre amor no correspondido, un mal día, depresiones, tristezas... Muchas veces sirven para convencerte a ti mismo de que puedes avanzar, que tienes que seguir adelante y no hundirte.
Hasta que te das cuenta de que eso se tiene que acabar, que tienes que ser feliz de una maldita vez por todas, pero hay una voz en tu interior que te reconcome, que te dice que no lo conseguirás, que seguirás mal... Y sólo por el hecho de hacer callar esa voz, escribes.
Te pasas horas y horas delante de la pantalla para ver si te sale algo que realmente valga la pena mostrar, incluso a veces te imaginas como sería tu vida si hubiera pasado algo, o si no hubiera pasado, si no hubieras conocido a esa persona, o hubieras conocido a esa otra más profundamente, y así es como escribes situaciones en las que te gustaría estar, o que no...
Algunas veces incluso,  sólo para inspirarte, recuerdas a esa persona que se fue, esa persona que cada vez que ronda tus pensamientos hace que las lágrimas estén al borde del suicidio cayéndose por tu cara, o también recuerdas que no tienes a ésa persona, y te duele, pero te inspiras y escribes. En esas ocasiones es cuando escribir sólo sirve para remover las heridas, y así conseguir un texto con el que la gente te de la enhorabuena, y aunque a ti no te guste, te sientes orgulloso por haber conseguido que los demás piensen algo bueno de ti por una vez.