lunes, 4 de abril de 2011

Felicidad.

Cuando durante el transcurso de tu vida has perdido a alguien esencial para ti, aprendes a no rendirte, a sonreír aunque la situación sea adversa, y a perdonar lo imperdonable,  y todo eso sólo por no volver a perder a otra persona importante. Lo que no sabes en ese momento es que estás perdiendo una gran parte de tu tiempo por miedo, miedo a que te vuelvan a hacer daño. Eso provoca que te vuelvas cabezota, hace que no dejes de perseguir lo que te propones, tus sueños, aunque sepas que hay un porcentaje mínimo de éxito. Normalmente estás tan centrada en eso que te aíslas de la realidad. Pero en cuanto menos te lo esperas aparece ése algo o alguien que hace que cambies tu punto de vista de todo, sin tu saber como provoca que tus esfuerzos por conseguirlo aumenten de cada vez más y más, tienes ese objetivo fijo y sabes que no descansarás por mucho que la gente te diga que está todo perdido, por mucho que te digan o por mucho que te hagan tu contestarás con una sonrisa que lo dice todo. Y ahí es cuando tus esfuerzos empiezan a dar sus frutos, y entonces es cuando te das cuenta de que cada vez te vas acercando más a lo que algunos llaman felicidad en estado puro.